El programa de reforma para esta vivienda partía de dos condiciones específicas propuestas por su dueño: por un lado, utilizar el espacio aéreo para ganar una terraza, y por otro, generar un entrepiso desde el que acostado se pudiese mirar el cielo
El programa de reforma para esta vivienda partía de dos condiciones específicas propuestas por su dueño: por un lado, utilizar el espacio aéreo para ganar una terraza, y por otro, generar un entrepiso desde el que acostado se pudiese mirar el cielo. Para cumplir con estos requisitos, se diseña una estructura de caño y perfiles que aprovecha todos los intersticios, los espacios obsoletos, los muros portantes, las medianeras, las aberturas, la estructura de perfiles existente, y tiene en cuenta el entorno de galpones del pulmón de la manzana. Este “parásito” aprovecha también un espacio aéreo ajeno: una escalera atraviesa el aire y luz común con el vecino de planta baja y conecta el estar con la primera terraza.
La materialización final es un resultado, nunca un a priori: no hay absolutamente la búsqueda de una forma, sino un marcado interés por la adaptación a cada situación específica. La forma de los pórticos del techo es la respuesta a una cantidad de parámetros programáticos: ganar altura para un nuevo entrepiso, conectar el interior con la terraza, lograr un espacio de intimidad en el exterior cuando se está sentado, tener visuales amplias del entorno cuando se está parado, poder recostarse en el deck y tener un respaldo, llevar la luz a la oscura planta inferior, poder mirar el cielo, tamizar la entrada del sol, generar aberturas cruzadas para ventilación, entre otros. Y también responde a una serie de parámetros tecnológicos: utilizar la canaleta y los desagües existentes, apoyarse en las medianeras, aprovechar la estructura de perfiles del techo demolido, utilizar un mismo material para toda la estructura, construir todos los pórticos con caños de una misma medida, generar terminaciones sin detalles refinados y colocar el deck con mano de obra no especializada.