La propuesta de un dispositivo de gran visibilidad, dinámico, low-tech y desmontable (todos los elementos fueron reutilizados) alberga 3 programas simultáneos: Movimiento, Construcción y Sonido.
Para los Juegos Olímpicos de la Juventud, celebrados en Buenos Aires en 2018, se programaron una serie de actividades sociales, científicas, urbanas, educativas y culturales, distribuidas temáticamente en 4 sectores de la ciudad. El sector cultural educativo, en los Bosques de Palermo, incluyó el “Espacio Infancia”: un artefacto con rampas, plataformas, accesos múltiples, un túnel, toboganes, redes y tirolesas.
La escala del emplazamiento y la del evento mismo alentaban a realizar una intervención que ocupase una superficie importante, aspirando a convertirse en un ícono, un referente. En contraposición, se contaba con un presupuesto muy acotado. Lejos de entender esta situación como un impedimento para el diseño, se decidió trabajar con tecnologías económicas, reutilizables, que posibilitaran la generación de grandes volúmenes con mínimos recursos. Es por esto que se utilizó un sistema de carácter industrial, usado generalmente para el montaje de escenarios. La imponente estructura cobra volumen y color gracias a una envoltura realizada con tiras de mesh, impresa con la gama de colores de los Juegos Olímpicos.
La propuesta de un dispositivo de gran visibilidad, dinámico, low-tech y desmontable (todos los elementos fueron reutilizados) alberga 3 programas simultáneos: Movimiento, Construcción y Sonido.
Movimiento: La totalidad misma se hace cargo de este programa, tanto por las rampas y el túnel como por las actividades de juegos y destreza para tirarse, trepar y recorrer.
Construcción: objetos de construcción en cartón reciclado, diseñados por un estudio que desarrolla productos con bajo impacto ambiental, se desparraman ocupando el túnel y los alrededores de la instalación.
Sonido: en dos espacios estancos y en el recorrido mismo se despliega un popurrí de instrumentos musicales realizados con materiales de descarte por otro equipo que diseñó especialmente para este evento algunos instrumentos, y reutilizó otros ya probados largamente: botellas, latas, tubos, cajas de vino, pet recuperado, maderas recicladas y hasta una rueda de bicicleta.
Una serie de reposeras y módulos dispersos por el parque, a modo de espacios de descanso, completan la propuesta.
El proyecto es el resultado de un ida y vuelta constante entre el equipo de producción, especialistas en juegos infantiles educativos, y los distintos equipos que desarrollaron los objetos para “construcción” y ““sonido”: especialmente con este último equipo se trabajó intensamente, generando desde la propuesta general las condiciones necesarias para el funcionamiento óptimo de los instrumentos.